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Estructura politico-religiosa de los aborígenes de talamanca (página 2)



Partes: 1, 2

Contraparte inseparable de Sibö: soberano del cielo.
Surá es la guardiana de las semillas del maíz que
simbolizan el ser o alma del
indio.

El reino de Surá es subterráneo, porque en las
entrañas de la tierra es
donde se gesta todo origen.

En la mitología Bribrí se representa a
veces de forma masculina y casi siempre de forma femenina.
Surá posee el don de la multiplicidad. Básicamente
existen 8 Surá: cuatro femeninos y cuatro masculinos.
Virtualmente son incontables pues cada ser humano posee el suyo
propio.

Como entidad masculina Surá es el padre de Iriria, la
niña tierra. Como
entidad femenina es la tierra misma, útero de toda
vida.

Surá es la primera reina madre, la primera abuela, el
primer ser femenino.

Es la gran maestra de la humanidad, en ella se conjuga el
principio de todas las cosas.

Cuentan los sabios ancianos de Talamanca que conforme
Surá produce los cantaros, estos emiten lindos y distintos
sonidos, las melodías representan cualidades humanas tales
como: trabajador; inteligente; aguerrido; bondadoso etc.

Solo los chamanes que saben ver, conocen el acabado de la
vasija y pueden escuchar sus armonías.

Si bien Sibö crea la humanidad, Surá es quien le
da la forma. Por esta razón la gran diosa del reino
interior es representada como una excelsa artesana o alfarera,
pues desde sus hondos dominios, edifica a los seres humanos,
dándoles la forma de vasijas o cantaros de barro. Su
divina manufactura
comienza inmediatamente después de la concepción,
continúa aun luego del nacimiento y su obra puede durar
hasta la muerte
misma del indio.

Cuando la persona muere,
regresa al lugar de su artesana, al reino uterino, protector y
subyacente de Surá, donde está el origen y
paraíso del indio. Ellos lo nombran Surakaska: la esfera
del último destino y del primer inicio, el centro de la
esencia espiritual de todos los seres. De aquí el gran
Sibö trajo las semillas de maíz con las cuales creo a
la humanidad. De Surakaska emerge toda creación y todo lo
creado sobre el haz de la tierra retornará al reino de
Surá.

USEKOR: El Chamán
supremo

Es el máximo representante de la tribu. Por encima de
su alta jerarquía, solo está Sibö-Surá
(Dios) Recibía absoluta obediencia de todas las tribus y
clanes. Ningún rey, por mas poderoso y temido que fuese,
estaba por encima del insigne Usekör.

Pese a que existió "El consejo de los grandes chamanes"
llamado Usekorpa en lengua
aborigen, solo podía existir un gran chamán al
mando de las tribus. Su cargo fue vitalicio, luego de su muerte el
consejo elegía a su sucesor. Por ello los conquistadores
españoles llamaron de forma peyorativa al Usekör: "El
Papa indio"

Este extraordinario chamán tiene fama de gran sanador,
pese a ello el Usekör no da tratamientos personales a
ningún individuo,
esta labor esta asignada a los awa (médicos). Su función es
prevenir, velar, atender y proteger a la colectividad
indígena de forma conjunta y no individual.

Según la tradición aborigen, este incuestionable
líder,
manifiesta su extraordinario poder cuando
se presentan amenazas a la sociedad
indígena, tales como guerras,
hostilidad departe de extranjeros, epidemias, plagas,
catástrofes naturales, hambre o cualquier otra calamidad
comunitaria.

Es un hombre
tabú. A la gente común, ni siquiera a la nobleza,
se le permite relacionarse directamente con este héroe
sagrado. Únicamente el jefe de los chamanes (Tsokor) puede
conversar con él cara a cara.

La mitología talamanqueña es extensa al
describir los extraordinarios poderes mágicos de estos
personajes únicos.

El Usekör tiene gobierno sobre
los elementos, puede hacer temblar la tierra, llover las nubes,
crecer los ríos, desatar los vientos, domeñar el
fuego y, subyugar demonios. Conoce el lenguaje de
las piedras y sabe hablar con los espíritus. Posee el don
de la
metamorfosis, se transforma a voluntad en diferentes animales
selváticos, principalmente en jaguar, serpiente y lagarto.
Son los únicos que pueden enfrentar a los demonios que
escapan de sus reductos.

En defensa de su pueblo han provocado grandes inundaciones. Se
les atribuye el desastre que sufrió la United Fruit
Company en 1935, cuando desbordaron los ríos, que con su
furioso torrente arrasaron con todas las cosechas de la
transnacional, amen de sus puentes, rieles, trenes y bodegas.
Cuando la avaricia blanca se reinstaló después del
caos, los Usekör crearon una plaga en las plantaciones y se
arruinó el comercio.

Cuentan los ancianos aborígenes que los usekör
eran seres celestiales, vivían con Sibö, este los
trajo al mundo para proteger a los indígenas de los malos
espíritus que logran manifestarse en la tierra.

Sin embargo los grandes usekör no pudieron vencer a los
demonios de la gripe, el catarro, la viruela ni a la voraz
ambición blanca, quien conociendo su poder los mando a
exterminar hasta el último individuo.

Pese a esto, el clan de los usekör persiste y está
muy bien protegido por su pueblo. Aun se le ve caminando de noche
por los altos cerros, vestidos a la usanza antigua y alimentando
de su mano a los feroces jaguares.

En la región talamanqueña de Tsa ka (San
José Cabecar) existe la cueva sagrada de los Usekör,
llamada Tamika. Solo los chamanes pueden acercarse a ella.

La zona esta defendida por guardianes Konana, quienes son
guerreros especialmente entrenados para la protección del
Usekör, ellos son como su sombra, lo acompañan a
todas partes con el fin de preservarlo de cualquier peligro.

Los grandes chamanes provienen del clan Koktuwak, clan de los
primeros habitantes cuya principal labor es cuidar y defender la
semilla indígena. Su rango es hereditario y debe de
provenir de los clanes asociados al jaguar.

Se les identificaba claramente por llevar marcado un jaguar en
el iris de sus ojos, su preparación era extensa y estricta
en dieta y disciplina,
además se les confinaba por dos años sin poder ver
el sol.

Estos chamanes jamás se bautizan por la fe cristiana,
no tienen nombre en español,
no usan calzado ni ropa extranjera y no consumen alimentos
extraños a la dieta tradicional.

Actualmente los usekör constituyen un reducido grupo
conformado por tres familias emparentadas por vía materna.
Viven en las zonas más densas e inaccesibles de las
montañas y no se dejan ver por gente no
indígena.

Sus símbolos son: el jaguar, el lagarto, las
piedras esféricas, el bastón del poder.

TSOKÖR: El
cantor mágico de las ceremonias

Chamán de más alto rango después del
Usekör y único sabio que puede dialogar con
él, por tanto fungió como mediador entre el hombre
sagrado y la tribu.

 Es el maestro de las iniciaciones y comanda la
jerarquía chamánica.

Su gran responsabilidad es transmitir a través de
sus cantos ceremoniales la sagrada historia antigua. Pues su
linaje fue creado por Sibö para preservar y transferir
el
conocimiento sagrado a las tribus aborígenes.

La tradición oral de los Tsokor ha perpetuado a
través de los siglos el conocimiento
sagrado (Siwa).

A ellos debemos gran parte del saber actual de nuestra
historia precolombina.

Los Tsokor, (también llamados Bkri), son los
mágicos cantores de toda ceremonia aborigen. Cantan en los
nacimientos, cantan en los funerales, en los ritos de pubertad, en
las ofrendas de
las cosechas. Como cantor fúnebre, señala al
difunto el camino al reino subterráneo de Surá.

Cuando los tambores retumban en la selva, vienen los cantores
a cantar en los trabajos ceremoniales de la tribu.

Provenían de diversos clanes pero principalmente de los
reales, como los Brupawak, Sarwak, Kumbowak.

En los ritos los Tsokör transmiten sus conocimientos a
los demás chamánes a través de las leyendas,
estas se dicen en un estilo musical recitativo o de canto. A este
estilo de narración le llaman "Siwa pakol" pero solo los
chamanes entienden esos cantos. Luego los sabios transmiten el
saber ancestral al pueblo mediante un estilo narrativo menos
hierático denominado "Ká pakol". Toda
narración se hace en lengua aborigen, los Bribrís
llaman a su lengua "Seie".

Las historias para la curación solo se cantan en la
noche. Las historias del principio de la creación de la
tierra, de lo que dios hizo cuando andaba en este mundo,
ésas se pueden contar durante el día.

Sus símbolos son: las maracas de jícara; el
bastón del chamán, el quetzal, la lora, el
tucán, y la guacamaya.

SIWABRA: El protector
del conocimiento

El Siwabra es el chamán especializado en transmitir el
Siwa, o conocimiento sagrado, constituido por un código
de normas y reglas
que Sibö-Surá (Dios) dejó a los
Bribrí-Cabecar para orientar su forma de vida.

La palabra Siwa significa en lengua nativa, historia
así como alma y viento. Es el cuerpo de conocimientos
ancestrales que dirige la forma en que el aborigen
talamanqueño interpreta la realidad. Para ellos historia,
cuento,
mito, filosofía o saber, constituyen una sola
dimensión unificada.

El manejo del conocimiento pleno de este cuerpo de normas, es
materia de
chamánes especialmente entrenados para su
transmisión oral. Los Siwabra pertenecen al grupo de los
Tsokör (cantores ceremoniales) quienes seleccionan a los
mejores de entre ellos para ejercer tan importante cargo.

El Siwabra canta las historias del ámbito
mágico, abstracto y sobrenatural de Sibö-Surá.
Causa creativa del mundo concreto del
indio.

Todos los seres mitológicos viven en esa esfera de una
realidad aparte, pero proyectan una imagen de si
mismos al entorno natural.

El trabajo del
Siwabra ayuda al aborigen en la interpretación armónica de la
naturaleza en
todas sus facetas: tiempo espacio
y ser.     

Su oficio data desde tiempos inmemoriales y se ha transmitido
hasta nuestros días gracias a la excelsa tradición
oral de estos chamanes, quienes mantienen viva la cultura
amerindia.

BIKAKRA: El maestro de
las ceremonias

Uno de los rangos en la jerarquía de dignidades de las
culturas autóctonas talamanqueñas.

La presencia de un dignatario de esta respetada
categoría chamánica, en los festejos ceremoniales,
que van desde el nacimiento hasta la muerte de los individuos de
la sociedad aborigen, fue indispensable.

Cuentan las leyendas que Sibö, después de acabar
la creación del mundo, ungió al primer bikakra para
que este dirigiera la gran fiesta de su instauración. Por
ello, en cada festividad realizada en la indígena
Talamanca, siempre estuvo presente el riguroso bikakra.

Cuatro potentes golpes de su intocable bastón
ceremonial en tierra, anunciaron el inicio de las danzas, los
cantos, las chichadas, mascaradas, concilios o funerales de la
tribu.

Este chamán, especialmente entrenado, tiene la
responsabilidad de supervisar, administrar y controlar todos los
elementos necesarios para el buen transcurrir de los eventos.

él fijará la fecha y duración de las
conmemoraciones. Elegirá a los cantores, músicos,
danzarines, cocineras, ayudantes, etc. y fijará sus
honorarios.

Bajo su dirección se muele el maíz para la
chicha. La cantidad de alimentos que él solicita, se le
entregan sin protesta. Los animales se sacrifican y cocinan
según sus especificaciones. Los alimentos y bebidas se
sirven a los concurrentes en el momento, orden y cantidades
designadas por él.

Por su alta especialización se dice que los bikakra
fueron en el pasado prehispánico, mentores de los reyes.
Pues son grandes conocedores del misterio de la reciprocidad
subyacente en la naturaleza y las cosas.

Cuando es llamado para dirigir alguna celebración
familiar, los dueños de la casa serán los proveedores de
los alimentos y menesteres necesarios para el evento, pero solo
el bikakra podrá administrarlos y distribuirlos. De esta
manera la familia del
homenajeado se convierte en invitados de la fiesta y el bikakra
en el anfitrión de todos.

Las aldeas que tienen la ventaja de tener entre ellos a este
linaje de chamanes, les prodigan gran respeto y
confianza. Se les pide consejo sobre la ordenación y
distribución del trabajo; en la
edificación de viviendas; en los cultivos; cosechas y
demás labores de la tribu.

Para tales efectos el bikakra organiza las chichadas, estas
fiestas se celebran principalmente como recompensa por los
trabajos, que realizan para una familia sus
vecinos y parientes. La chichada durará en reciprocidad
los mismos días en que se tardó en hacer el trabajo. No
podrá faltar en ese tiempo comida, alberge y ante todo
chicha para los trabajadores.

AWÁ: El curandero de la
selva

El linaje de los Awá, es el que mejor ha sobrevivido
los asaltos de la conquista
española, la colonización y la voraz sociedad
contemporánea.

Estos insignes chamanes, cuya especialización antigua
fue la medicina
tropical, hoy deben de asumir los cargos de las castas chamanicas
desaparecidas o reducidas a muy pocos individuos.

Quizá la sobre vivencia de los Awá se deba en
parte a que su elevada posición, dentro de la
mística estructura
ancestral de los chamanes de Talamanca, no es rigurosamente
hereditaria.

No es requisito para un aspirante a medico, provenir de un
clan específico, cualquier individuo de la tribu que tenga
la aptitud necesaria y las provisiones suficientes para contratar
un maestro, puede con el tiempo convertirse en curandero.

El entrenamiento de
los Awá fue y continua siendo uno de los más largos
y exhaustivos, pues él deberá manejar el saber y
ciencia de los
bosques tropicales. En Talamanca ser un buen medico, equivale a
combinar el papel de consejero; conciliador; sacerdote; profeta y
sanador de gente. Los curanderos únicamente
recibirán sus honorarios si han curado a su paciente,
estos pagos consisten en productos
agrícolas, animales o en especias.

En los ritos de curación ejecutan danzas, música, cantos y
recetan hierbas medicinales.

Para el diagnostico el Awá emplea sus piedras
mágicas (sia) las cuales coloca en la palma de la mano,
luego las sopla y le canta en la lengua secreta de los chamanes.
Las "sia" bailaran en su mano y el Awá interpretara los
movimientos. El uso de las piedras mágicas según
sus tradiciones fue enseñado por Sibö a los
antepasados aborígenes para que se gobernaran con
sabiduría.

La habilidad profética que posee el Awá, a
través de sus piedras oraculares no solo se utilizan en la
enfermedad, el pueblo acude a él para consultas de todo
tipo, como las relacionadas con la cacería, el nacimiento,
la pubertad, el divorcio, los
hechizos, o la muerte.

TAMIPA: La feminidad en
los ritos

Según la antigua tradición talamanqueña,
las mujeres pueden ejercer cualquier cargo chamánico.

Sin embargo las historias no nos hablan de mujeres guerreras,
(Yeria) Ni de enterradores femeninos (Oköm) pues ellas
jamás entran en contacto directo con ningún
cadáver. El modelo
matriarcal de su cultura, las protege de los agravios de la
guerra y de
la
contaminación de la muerte, porque desde el inicio de
su milenaria cultura ellas son, han sido y serán, el eje
donde gira la vida social de la tribu.

 Se sabe de mujeres que han ejercido el rango de supremo
chamán (Usekör) de cantores (Tsokör) de
curanderas (Awa) etc.

Las mujeres chamán deben de prepararse de igual manera
que los varones, realizando los mismos estudios y pasando todas
las pruebas que su
rango iniciático exija. Pese a esto, las ceremonias
femeninas de graduación son diferentes. Quizá
más alegres y coloridas.

Por otro lado existen cargos chamanicos que solo pueden ser
ejercidos por mujeres. Ejemplos de ello son:

Tsuru namabata: En los ritos fúnebres y otras
actividades, es la responsable de preparar la ceremonial bebida
de chocolate, que para los talamanqueños representa la
sangre. Ella
encarna en las ceremonias a una de las cuatro esposas de
Sibö. En las historias (Siwa) se recalca su humildad,
belleza, abnegación y colorido. Tsuru significa cacao.

Ataviada con coloridos vestidos y flores, reparte
ceremonialmente la bebida de cacao. Pero la namabata,
jamás entrará en contacto directo con un
cadáver.

Tamipa: el termino Tami en lengua bribri
significa Maestra o dueña. Pa es la lora verde. Una
de las cuatro aves quienes
junto al tucán, la guacamaya y el quetzal constituyen el
origen de los cantores (Tsokör) La tamipa es la encargada de
fiscalizar y repartir los alimentos en las
ceremonias.           

Siatami: guardiana de las piedras oraculares. Las sia
son las piedras sagradas de los chamanes de Talamanca, ellas les
permiten diagnosticar a los enfermos, conocer los
fenómenos de la vida presente y futura de la tribu, y
comunicarse con los espíritus del mundo de
Sibö-Surá.

Cuando un chamán muere sus piedras enviudan y solo
Siatami puede tocar, cuidar y resguardar las potentes piedras del
difunto, pues las sia tienen poder por sí mismas, son
seres vivos y si no se les da el debido cuidado pueden ocasionar
desgracias a la aldea.

En las graduaciones chamanicas es siatami la encargada de
entregar las piedras de poder a los nuevos iniciados.

El inmemorial código de conducta
aborigen, (Siwa) refleja en su cantos la absoluta simetría
y reciprocidad entre los papeles socio-políticos,
religiosos y culturales de los hombres y las mujeres de su
comunidad
amerindia.

OKÖM: El
chamán de la muerte

En los ritos de muerte los chamanes de la muerte
aparecían manejando sus hachas ceremoniales, porque
según los Bribrís las personas son como árboles
de cacao, y la muerte: un tajo de hacha que los derriba.

Los Oköm debían de ser personas fuertes, pues les
correspondía cortar la madera con las
que se elabora la cama mortuoria con la que trasladaban los
cuerpos a la montaña. En cada ritual fúnebre
ofician por lo menos cuatro Oköm principales.

Los Oköm trabajaban semi desnudos para mostrar los
diseños tribales pintados de rojo en sus cuerpos
intocables.

Esta importante categoría chamanica no requería
provenir de ningún clan específico. Inclusive
individuos de madre indígena pero de padre de otra
etnia,
podían competir para el cargo.

Si el difunto era un personaje importante funcionaba otro
chaman fúnebre llamado Kuka Oköm este hacia una
frenética danza adornado
con plumas de lapa. Su ceremonia terminaba con el sacrificio de
la colorida lapa, luego el animal se enterraba junto al
difunto

Según la filosofía de los amerindios de
Talamanca (Siwa), cada ser humano posee dos almas. Estas se
liberan al momento de la expiración. La misión del
chaman de la muerte es contener a wimbru el alma traviesa
del difunto que radica en el ojo izquierdo, esta se convierte en
un fantasma nocivo que debe de ser recluido en el cuerpo y los
huesos para
que no cause daño a
la comunidad. A su vez el Oköm debe de liberar a
wikor el alma espiritual radicada en el ojo derecho, esta
debe de ser guiada al paraíso subterráneo, a la
última morada. El reino de Surá.

Las celebraciones funerarias de los aborígenes de
Talamanca son muy complejas y extensas. Se dividen en tres partes
principales:

a)     el embalsamiento y primer entierro
del cuerpo

b)    la extensa recitación de la vida y
obra del difunto

c)     el entierro de los huesos, un
año después de la primera fiesta

Dependiendo del rango del difunto cada festín
podía durar, sin interrupción, hasta diez
días. Sin faltar nunca comida, chicha, chocolate. Ni la
música de los tambores, las flautas y las maracas. Ni los
cantos, ni las danzas. Aquello ciertamente fueron verdaderos
bacanales. Como bien lo describen los escandalizados misioneros
españoles.

Estas recepciones fueron las fiestas mayores de la comunidad
aborigen, en donde lejos de llorar a sus muertos, celebraron su
merecido ingreso al reino subterráneo de Surá.

El oficio especializado de los Oköm se hizo indispensable
en una sociedad donde la muerte y las ceremonias fúnebres
constituyen la fase más importante del ciclo vital de la
tribu.

Las fiestas fúnebres se constituyeron como verdaderos
concilios de toda la jerarquía chamanica.

Estando obligados estos sabios a asistir a ellas, aprovechaban
la presencia de sus colegas para actualizar sus conocimientos,
tomar discípulos, transferir información, o discutir sobre los problemas y el
bienestar de la tribu. Reyes, principales y guerreros no faltaban
a los grandes entierros.

Además en estas ceremonias participaban siempre los
Tsokör (jefes de chamanes) oficiando como cantores
fúnebres, los Bikakras (Maestros de ceremonia) no
podían faltar, pues ellos organizaban los ritos. Las
Tamipa tenían oficios indispensables en los entierros.

Solo el Usekör (chaman Supremo) no estaba obligado a
asistir. Su presencia en un funeral era considerada como el
más alto honor hacia el difunto y su familia.

BRUPA: Los reyes o
caciques amerindios

Provenientes de los clanes Brupawak o linaje de los
gobernantes de donde salían los reyes (Brupa en lengua
Bribrí) o caciques (voz Caribe),

Los Brupa eran monarcas predominantemente guerreros. Se
rodeaban de cuatro esposas, quienes a su vez eran sus asistentes
personales. En los combates siempre se encontraban a la cabeza de
sus militares, pues los reyes talamanqueños siempre
provenían de los clanes guerreros.

Los Brupa provenientes del clan Sarkwak, podían
además ser interpretes (bikri) entre el sumo sacerdote
(Usekör) y el pueblo (Krepa) esta clase de reyes
eran figuras sacrosantas que jugaban un importante papel
sacerdotal.

El contacto con los Brupa era restringido, se le pagaba
tributo y eran los redistribuidores de bienes,
organizaban el comercio y la guerra. Ordenaban la realizacion de
trabajos comunales tales como: la edificación de grandes
palenques, la construcción de caminos, alcantarillados,
sistemas de
riego, puentes, etc.

La primordial función de los Brupa, fue la de encabezar
las actividades productivas, así mismo redistribuir a las
diferentes aldeas de su reino los tributos
excedentes recaudados por los jefes de cada clan. (Kyowak)

Ellos impartían la justicia y
solucionaban los conflictos
originados dentro de los clanes.

Se recuerdan caciques como: Garabito, Corobicí,
Abacara, Yorusté, Cobux, Guarco, Torací, Kabsi,
Tswitsi y muchos más que llenan las páginas de
nuestra historia, mencionados ya por su resistencia a los
conquistadores, ya por sus riquezas y esplendores o ya por su
sabiduría.

Sin embargo el poder de las majestades de Talamanca, no era
ilimitado pues ninguno de ellos estuvo nunca por encima del
comando supremo de el gran chaman (Usekör).

KYOWAK: El líder
del clan

El Bru (cacique o rey) gobernaba sobre toda la tribu, dispersa
en amplios territorios, donde los diversos clanes pertenecientes
a esa misma tribu, asentaban sus poblados.

Para poder regentar sobre todo el grupo étnico, el rey
se valía de los Kyowak, a quienes los españoles
llamaron caciques menores o principales de casa aldea.

Los kyowak fueron elegidos de entre los más sabios
ancianos o ancianas del clan y estuvieron bajo la
dirección directa del rey, a su vez este personaje
principal era el vocero directo de su clan ante la realeza.

Los kyowak también sirvieron como una especie de
embajadores entre el rey de la región y los principales de
otros pueblos, incluyendo a los invasores europeos.

La sociedad talamanqueña está basada en los
linajes o clanes y en sus vínculos de cooperación,
mismos que se dan por el intercambio de los vienes y servicios que
cada comunidad produce. Los antropólogos han identificado
más de setenta clanes entre las etnias Bribri-Cabecar.

Según su génesis Sibö-Surá crea los
clanes (séwak) asignándoles, nombre, tierras y
labores especificas. Enseña a los Tsiruwak la ciencia del
cacao, los Uniwak reciben de Sibö el arte de la
cerámica, los Duriwak son entrenados por
dios en la manufactura de hamacas, la producción de textiles era la especialidad
de los Amukwak, y así con todos los clanes.

El
personaje principal de cada aldea, dirigía las actividades
productivas de su clan, y se encargaba de llevar los tributos al
rey, mismos que este redistribuía a través del
kyowak.

Si su clan era experto, por ejemplo, en cestería,
tributaba bolsos, hamacas y canastos. A su vez y en perfecta
reciprocidad, ese clan recibía: cerámica,
maíz, pieles, miel etc. provenientes de los otros clanes
especializados.

YERIA: Los guerreros de
Sibö

Los historiadores españoles afirman que los
combatientes aborígenes en Costa Rica,
decapitaban a los vencidos. El culto de las cabezas trofeo
está representado en infinidad de piezas
arqueológicas. Cortar cabezas no solo tenía un
valor social
de prestigio, también era práctica mágica,
aumentaba el poder del guerrero. Las danzas guerreras se
celebraban con las cabezas trofeos colgando entre los brazos. La
técnica que utilizaban para reducirlas es aun desconocida,
solo nos queda la evidencia en los museos.

Cuando los jóvenes guerreros cobraban su primera
víctima en batalla, eran consagrados mediante un rito en
el cual atravesaban un pulido hueso de ave sobre el tabique
nasal, las subsiguientes víctimas de guerra se
representaban con huesos insertados debajo del labio inferior,
hasta formar la temible barba blanca de huesos.

Se dice que los mejores combatientes provenían del clan
Bribrí Tuborwak.

En la antigüedad los guerreros Bribrí eran
respetados y temidos en toda la región sur y central de
Costa Rica.

Los lingüistas afirman que la palabra Bribrí
significa: fuerte, resistente y valiente, atributos de los
aguerridos Yeria.

Bribrí era el nombre que los vecinos territoriales le
daban al pueblo de Sibö, ellos se llaman a si mismos Ditso.
En lengua güetar, la palabra vrivri significa:
señores e hijos de señores. Esto muestra el gran
respeto que les tenían otros grupos
étnicos a los Yeria.

Los guerreros Bribrí nunca perdieron una guerra.

En épocas de la conquista española se
convirtieron en los defensores de todas las tribus
talamanqueñas, en consecuencia los Bribrís
asumieron el gobierno político de la región.

Las crónicas españolas relatan que los guerreros
Bribrís encabezaron las cuatro grandes insurrecciones en
contra de su dominio. Los
feroces Yeria armados con escudos de cuero de
danta, arcos, flechas, lanzas, hondas, cerbatanas, hachas y masas
de piedra, atacaban a los sorprendidos españoles, quienes
no sabían hacia donde disparar sus arcabuces pues la selva
escondía a sus enemigos. Las inesperadas lluvias de
lanzas, flechas incendiadas y piedras certeras, ocasionaron un
gran numero de bajas a los invasores, también fueron
destruidas todas las misiones franciscanas y cada una de las
fortalezas españolas instaladas en la región.

Avergonzados por su incapacidad de someter a un puñado
de salvajes, los ibéricos decidieron aliarse a un grupo
indígena de la zona de Turrialba, Cartago. Los Teriacas
ambicionaban desde antaño las tierras de Sibö, pero
los Yeria eran invencibles.

Aliados con los soldados españoles los Teriacas se
sintieron aventajados y junto a los invasores se internaron en
las selvas para someter a los rebeldes Talamancas. Sin embargo la
campaña no duró mucho tiempo, pues ambos grupos
fueron fácilmente vencidos por los guerreros
Bribrí.

Al avanzar la conquista española los Teriacas
reconocieron a sus verdaderos enemigos y pidieron la
protección de los Yeria. Estos, lejos de negarla acogieron
lo que quedaba del pueblo Teriaca y los ubicaron dentro de sus
dominios, en la inconquistable Talamanca.

Los Yeria se inmortalizan en el mundo majestuoso y espiritual
de Sibö, pues cuentan sus leyendas que Duarok el rey
mítico de todos los animales de la selva, los contrata
para que castiguen a los cazadores que se atrevan a dejar mal
herido a cualquiera de sus protegidos animales o bien los case en
exceso.

Aquí los Yeria son guerreros del reino mágico,
quienes bajo el comando del dueño de los animales Duarok,
hacen cumplir las complejas y completas normativas de caza,
dejadas por el dios Sibö con el propósito de mediar
entre los aborígenes y los animales sacrificados, mismos
que no deben matar más allá de lo absolutamente
necesario para satisfacer las necesidades de alimento. En ambos
mundos los Yeria son defensores por excelencia.

KAKSEI:  El
aprendiz del chamán

Los chamanes amerindios de Talamanca, ingresaban siempre en
los ritos rodeados de ocho personajes. Cuatro asistentes llamados
Ko y cuatro discípulos denominados Sini o Kaksei.

Los ayudantes (Ko) podían ser familiares o amigos y no
requerían rango iniciático alguno, ni ser los
mismos en cada ceremonia. Ellos se encargaban de transportar los
utensilios del chaman, de conseguirle alojamiento y comida,
etc.

En cuanto a sus discípulos, el sabio no podía
tener más de cuatro. La función de los aprendices,
en las ceremonias, era la de cultivarse de su maestro, verlo
actuar y ejercer su jerarquía en las solemnidades,
además de oficiar cualquier parte del rito en el momento
que el maestro se los exigía.

Cuando alguno de los alumnos estaba a punto de graduarse, los
chamanes anunciaban, siempre al comenzar cualquier
celebración tribal, su disposición de recibir un
nuevo estudiante.

Para ilustrar lo anterior digamos que un Oköm (chaman de
la muerte) hace tal anuncio antes de iniciar la fiesta
fúnebre a la cual fue convocado. Se adelantarán
ante él tres o cuatro aspirantes, el Oköm
tocará con su bastón al elegido, éste
inmediatamente se dirigirá al cadáver y
apoyará sus manos sobre el cuerpo inerte, culturalmente
contaminado. El Sini ha trascendiendo aquí su primera
prueba. Adquiriere además, en ese instante, un compromiso
formal con su maestro y la comunidad, testigo de su acto. A
partir de ese evento empieza su instrucción, la cual
podrá durar de seis a diez años, dependiendo del
linaje chamánico, su habilidad para desempeñarlo y
algunas circunstancias.

Todos los discípulos deberán participar con sus
maestros en por lo menos ocho ceremonias especializadas. Esto
hace que algunos entrenamientos sean más largos que otros.
Un alumno de médico tendrá que estar con su maestro
ocho veces por cada enfermedad diferente que trate.
Afortunadamente para él los males de la selva, en una
cultura saludable no son tantos. Sin embargo le tardará
más de diez años graduarse.

El maestro aumentará paulatinamente las
responsabilidades, deberes y participación de sus
discípulos en las ceremonias, hasta que las dominen a la
perfección. Cuando esto suceda, la tribu tendrá la
fiesta de la graduación.

El primer y único requisito del aspirante a
neófito es el de pertenecer al clan adecuado para las
diversas categorías chamánicas. Por ejemplo un
individuo del clan Siibawak no puede aspirar a ser Usekör
(sumo sacerdote) pero le asiste el derecho de entrenarse como
Tsokör (cantor ceremonial)

Hasta fechas muy recientes, un recóndito sitio en
Talamanca llamado San José Cabecar por los
etnógrafos y
Tsá ká por los aborígenes, es considerado el
centro místico, formador de chamanes. Este sitio de poder
es por correspondencia conceptual una especie de "Centro
Universitario"

Allí los novicios deberán integrar el
conocimiento de su especialidad con la teología,
aprenderán el antiguo lenguaje
esotérico de los chamanes y sus fórmulas
mágicas.

Las iniciaciones se llevan a cabo dentro de las cuevas
escondidas de Tsá ká. Estas cavernas secretas
están protegidas, según sus tradiciones, por los
temibles guerreros Konona, por encantamientos de los grandes
chamanes y por aterradores genios del bosque.

KREPA: El pueblo de
Sibö

Los Bribrís y los Cabecares componen el más
numeroso de los grupos aborígenes que sobreviven aun en el
territorio costarricense.

Ambos grupos se constituyen como una sola unidad tribal en
asuntos relativos al parentesco y a la
organización político-religiosa.

Sus principales poblados se ubican en la región de
Talamanca, cantón de la provincia de Limón,
Atlántico Sur.

Por su ubicación geográfica, antaño los
conquistadores se referían a estos grupos con el
término general de: los talamancas.

Existen algunas comunidades Bribrís en el Pacifico sur,
cantón de buenos Aires,
provincia de Puntarenas.

Es sin embargo la región talamanqueña donde
estos aborígenes conservan vivas sus tradiciones y modo de
vida ancestrales.

Estas poblaciones indígenas han florecido en el bosque
tropical desde hace más de nueve mil años. Su
cultura, costumbres y conocimientos tradicionales, solo tienen
sentido dentro de ese ambiente
natural, en el cual han evolucionado en perfecta armonía
con su medio.

Las permanentes invasiones y conquistas, desde el
descubrimiento de Costa Rica en 1502. No han logrado
aniquilarlos. Sin embargo lo que no consiguieron las armas de fuego,
la cruz, el garrote vil o la hoguera, en tantos años de
resistencia por parte de las naciones talamanqueñas, lo
está consiguiendo a pasos agigantados las hachas, cierras
mecánicas y los tractores del progreso blanco.

Con la destrucción de las selvas de Talamanca, vemos el
exterminio de una cultura que aun tiene mucho que
enseñarnos.

En la lengua Bribrí el clan se llama Ditso o
Ditséwo palabra que significa: semilla que se guarda para
la reproducción, la que se aparta para
cultivarla de nuevo. El clan se compara a una planta con ramas
que se multiplican. Los indios se llaman a si mismo Ditso para
distinguirse de los no indígenas.

Nunca se casan miembros del mismo clan, cada clan tiene su
contrario (dwopa) único con el que se permite el matrimonio.

Gracias a costumbres milenarias aun practicadas por
Bribrís y Cabecares tenemos en algunos emplazamientos del
sur del país, grupos indígenas de absoluta
pureza.

Confiamos que tan excelsa semilla no sea malograda por la
estupidez y la ambición de los hombres y de las mujeres
civilizadas, quienes siempre tendrán una excusa lógica
y por lo tanto válida para apropiarse de lo que no les
pertenece.

Alberto Sibaja A

Talamanca 1986

 

 

 

 

 

Autor:

Alberto Sibaja Álvarez

Siböwak –

San José, Costa Rica./ ® Siböwak

WWW.SIBOWAK.COM

Inspirado en las tradicionales raíces indígenas
de Costa Rica, Alberto Sibaja A. y su renombrado taller de
Artesanías "Siböwak", elaboran desde 1984, esculturas
de piedra reconstituida a partir de materiales
volcánicos, silicios y calizos.

Las máscaras Siböwak expresan con maestría
artesanal, la milenaria tradición cultural de los clanes
amerindios, radicados en territorio costarricenses desde la noche
de los tiempos, dando énfasis a la valerosa etnia
Bribrí-Cabecar, localizada en la indómita
Talamanca, Atlántico Sur del País y a la nación
Boruca del Pacifico Sur.

El trabajo del señor Sibaja pretende enunciar la
desigual lucha de estas tribus, por la supervivencia en un mundo
y sociedad que olvidó el respeto por la naturaleza, sus
criaturas y el hombre
mismo.

En los muchos modelos de
expresión facial de las máscaras Siböwak,
podemos adivinar las alegrías, penas, magia, religión, política, mitos y
costumbres de las sociedades
aborígenes, antecesoras de nuestra historia.

Los gestos en las máscaras, expresan la compleja y
eficiente estructura político-religiosa, mediante la cual
los reinos amerindios
de la baja Centroamérica organizaron su sabia forma de
vida.

La esmerada técnica artesanal de Siböwak; una
garantizada originalidad, belleza y calidad en sus
creativos diseños, hacen que estas máscaras sean
consideradas verdaderas piezas de arte. Obras únicas de
colección en todo el mundo.

Jak Doloma

Doctor en antropología amerindia

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